El síndrome del intestino irritable (o IBS) es un trastorno funcional del intestino muy común y complicado de diagnosticar. De hecho, pertenece a esas condiciones crónicas o recurrentes en las que la función normal del sistema digestivo está alterada, pero sin que se pueda demostrar la presencia de una enfermedad real. Afecta aproximadamente al 10% de la población y afecta principalmente a mujeres de entre 20 y 50 años.
¿Cuáles son los síntomas del intestino irritable?
Hay varios síntomas que pueden manifestarse, todos relacionados con el sistema digestivo. En particular, son:
- Hinchazón abdominal;
- Hipersensibilidad visceral;
- Intestino irregular, con estreñimiento, diarrea o ambos;
- Mala absorción de nutrientes, como minerales (hierro) y vitaminas;
- Inflamación intestinal;
- Disbiosis intestinal.
Todos estos factores tienen en común el eje intestino-cerebro, que ahora se denomina eje cerebro-intestino-microbiota. De hecho, se ha descubierto una interacción importante y estrecha que implica mensajes nerviosos y hormonales. De esta manera, el microbiota, la parte del sistema nervioso presente en el intestino y el sistema nervioso central, dialogan y colaboran para mantener en equilibrio las funciones fisiológicas. Sin embargo, cuando se pierde esta ‘armonía’, pueden aparecer trastornos funcionales, no solo a nivel gastrointestinal.
¿Cómo se diagnostica el síndrome del intestino irritable?
A pesar de ser un diagnóstico complicado, se basa en los síntomas informados por el paciente, y según los criterios diagnósticos ROMA IV, existen 5 subtipos de IBS:
- IBS-D: donde predominan principalmente la diarrea.
- IBS-C: donde el estreñimiento es casi constante.
- IBS-M: donde se presentan hábitos intestinales mixtos.
- IBS-U: que no se clasifica en ninguno de los 3 subtipos mencionados anteriormente.
- IBS Post-Infecciosa: que ocurre después de una gastroenteritis infecciosa causada por bacterias, virus o parásitos.
La microbiota intestinal saudable
Las bacterias que colonizan el intestino desempeñan un papel tan complejo como beneficioso en el mantenimiento de nuestra salud. Precisamente se encargan de la metabolización de varios compuestos, la producción de vitaminas y el entrenamiento del sistema inmunológico. Las bacterias colonizan diversas regiones del tracto gastrointestinal, pero la mayoría de la microbiota reside en el colon. Las alteraciones en la microbiota intestinal, conocidas como disbiosis, desempeñan un papel importante en el síndrome del intestino irritable. De hecho, cuando crecen en exceso cepas patógenas oportunistas, los procesos de inflamación intestinal pueden acentuarse. Esto tiene un impacto en la sintomatología del síndrome del intestino irritable.
Disbiosis y síndrome del intestino irritable
Debido a las fluctuaciones de las bacterias intestinales se crean las condiciones para el desarrollo y la evolución del síndrome del intestino irritable. De hecho, pueden inducir indirectamente la inflamación y provocar una respuesta inmunitaria local y sistémica. Se han demostrado alteraciones en la microbiota intestinal en pacientes con SII, principalmente en aquellos con diarrea. La disbiosis, entendida como una reducida diversidad bacteriana, se considera de todos modos una característica común a todas las formas de SII.
Además, existe un tipo particular de disbiosis, caracterizado por un exceso de crecimiento bacteriano en el intestino delgado. Se denomina sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, SIBO en el acrónimo en inglés. Parece estar particularmente relacionado con la sintomatología del SII. De hecho, los estudios demuestran una mejora de los síntomas del SII después del tratamiento del SIBO.
¿Cómo se trata el síndrome del intestino irritable?
Si los síntomas son leves o moderados, se prefiere seguir inicialmente un enfoque dietético-conductual. Para los síntomas moderados o graves, o los síntomas leves o moderados persistentes, se sugiere en cambio pasar a la terapia farmacológica. A estos enfoques se pueden agregar suplementos alimenticios que pueden promover el equilibrio de la microbiota intestinal.
¿Existe una dieta para el síndrome del intestino irritable?
Las modificaciones dietéticas más recomendadas son la dieta alta en fibra y la dieta baja en FODMAP. Este acrónimo significa Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos Fermentables y Polioles, de los cuales es baja. La dieta baja en FODMAP, de hecho, reduce todos los carbohidratos de cadena corta. Estos tienen una absorción limitada en el intestino delgado y tienden a ser fermentados por las bacterias del colon. Esto provoca la formación de gases molestos. Sin embargo, dado que es una dieta muy restrictiva, es difícil de seguir durante largos períodos. La dieta rica en fibra está pensada principalmente para beneficiar a los pacientes con SII-C. Sin embargo, como ha demostrado la mayoría de las investigaciones relacionadas, las fibras no tienen una eficacia notable en el tratamiento del SII.
También se han intentado otros tipos de dietas que tienden a excluir alimentos que promueven la producción de gases intestinales (por ejemplo, frijoles, cebollas, coles de Bruselas, apio, zanahorias, plátanos, albaricoques, ciruelas, alcachofas) y también el alcohol y la cafeína. Sin embargo, estas dietas parecen proporcionar beneficios solo en un número limitado de pacientes.
La actividad física
La actividad física moderada de 3 a 5 días a la semana parece mejorar los síntomas en algunos pacientes. Dado que el estrés y la ansiedad pueden empeorar considerablemente el síndrome del intestino irritable, también se han intentado enfoques como la hipnoterapia o la terapia cognitivo-conductual. Sin embargo, ninguno de estos parece ser capaz de mejorar de manera significativa y duradera la sintomatología.
Terapias farmacológicas
Existen varios medicamentos que se pueden utilizar para controlar los síntomas del síndrome del intestino irritable. Algunos ejemplos son laxantes para el estreñimiento, antidiarreicos para la diarrea, espasmolíticos para el dolor abdominal, rifaximina para la hinchazón abdominal. Dado que el SII se caracteriza por una amplia gama de síntomas con frecuencia e intensidad variables, el tratamiento debe ser personalizado y modificado con el tiempo.
Ten en cuenta: ¡los medicamentos siempre deben tomarse bajo consejo y/o prescripción médica!
Los suplementos alimenticios eubióticos
Los eubióticos son moduladores positivos de la microbiota intestinal. Varias sustancias naturales, incluyendo ciertos aceites esenciales, son capaces de modificar de manera positiva la microbiota intestinal. Sin embargo, los aceites esenciales con este tipo de actividad demostrada in vitro deben hacerse no absorbibles a nivel del intestino delgado. De esta manera, pueden llegar al colon, donde reside la mayor parte de la microbiota intestinal del ser humano.
Un aceite esencial notable en este sentido es el de Palmarosa (Cymbopogon martinii). Existe una amplia literatura científica sobre las potencialidades del geraniol, que es uno de sus principales componentes. El aceite esencial de Palmarosa posee actividad antimicrobiana, antioxidante y antiinflamatoria. Según estudios preclínicos (en modelos animales) y clínicos realizados por nuestro grupo de investigadores, se ha evaluado el efecto de este aceite con excelentes resultados. Para limitar la absorción intestinal, el aceite de Palmarosa se adsorbió en fibra de jengibre. Esto permite su liberación solo una vez que la microbiota intestinal ha digerido la fibra. De esta manera, la acción antimicrobiana selectiva del aceite de Palmarosa es directa y efectiva. La suplementación de la dieta con el aceite de Palmarosa adsorbido en fibra de jengibre ha disminuido la inflamación, combatido la disbiosis y reducido los síntomas del SII. Obtén más información sobre nuestro suplemento BIOintestil® complex.