La microbiota intestinal está demostrando tener un papel central en la salud humana. Con el término microbiota humana se entiende el conjunto de miles de millones de microorganismos que viven dentro y sobre nuestro cuerpo. Algunos ejemplos son los presentes en la piel, en los ojos, en las vías respiratorias, en el tracto urogenital y, sobre todo, en el tracto gastrointestinal. El microbioma, en cambio, se refiere al conjunto de genes de la microbiota.
¿Qué es la microbiota intestinal?
Se trata del conjunto de microorganismos que habita el tracto digestivo. Está compuesto por miles de millones de bacterias, virus, hongos y protozoos que se comunican entre sí y desempeñan funciones importantes para nuestra salud. La parte compuesta por bacterias se denomina bacteriota, la parte compuesta por virus se llama virota y la parte representada por hongos se conoce como micota. Sin embargo, cuando se habla de la microbiota intestinal, generalmente se refiere a la parte bacteriana, debido a la mayor capacidad de las bacterias para metabolizar los productos de la digestión. Las bacterias se encargan de la elaboración final (fermentación) de carbohidratos y proteínas. A partir de estos, se producen ácidos grasos de cadena corta (SCFAs), hidrógeno, dióxido de carbono, amoníaco, aminas, fenoles y energía.
¿Cuáles son sus principales funciones?
La convivencia entre nosotros y los microorganismos que habitan nuestro intestino se basa en el intercambio de beneficios mutuos. Nosotros proporcionamos los nutrientes, mientras que la microbiota intestinal realiza diversas funciones que contribuyen a nuestro bienestar físico y mental.
Las principales funciones de la microbiota intestinal pueden dividirse en:
- Actividades fisiológicas: garantiza el buen funcionamiento del tracto digestivo.
- Actividades metabólicas: regula la sensación de saciedad y modula la concentración de glucosa y colesterol en la sangre, la síntesis de aminoácidos, el metabolismo/reciclaje de los ácidos biliares, el metabolismo de polifenoles y antioxidantes, la producción de energía y vitaminas.
- Modulación del sistema inmunológico: regula el desarrollo, la homeostasis y la función de las células inmunitarias innatas y adaptativas.
- Defensa contra patógenos: inhibe su crecimiento al consumir los nutrientes disponibles y/o producir bacteriocinas (sustancias antibacterianas).
- Eliminación de toxinas y productos de desecho del lumen intestinal.
- Mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal: previene también la invasión de bacterias patógenas.
- Modulación neuroendocrina: el principal sistema neuroendocrino del organismo que controla varios procesos corporales en respuesta al estrés, el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, interactúa con la microbiota intestinal. Además, el sistema nervioso vago, que actúa como conexión entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico, expresa receptores para los péptidos intestinales que la microbiota intestinal puede regular.
- Regulación del eje cerebro-intestino: el microbiota intestinal es capaz de ejercer una fuerte influencia sobre las funciones de nuestro cerebro, pero a su vez es influenciado por este, creando un continuo vínculo conocido como eje microbiota-intestino-cerebro.
Una microbiota intestinal saludable es, por lo tanto, la mejor aliada para nuestra salud.
¿Qué significa tener una microbiota intestinal ‘saludable’?
A menudo se habla de ‘bacterias buenas’ y ‘bacterias malas’; en realidad, la distinción no es tan clara. De hecho, algunas cepas pueden ser dañinas o no, dependiendo de su ubicación/abundancia. Las cepas siempre patógenas no forman parte de nuestra microbiota, pero pueden infectar nuestro intestino. Esto puede ocurrir si se ingieren con alimentos o agua contaminados.
Una microbiota intestinal saludable está compuesta por diversas especies, con predominio de las beneficiosas y en equilibrio entre sí y con el intestino que las alberga. Este estado de equilibrio se denomina ‘eubiosis‘. En condiciones particulares, este equilibrio puede romperse, dando lugar a un proceso de alteración de la microbiota, conocido como ‘disbiosis‘.
La disbiosis se ha asociado con muchas condiciones, incluyendo la obesidad, las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas y otras disfunciones, como las inmunológicas y metabólicas.
El estado de salud de la microbiota se mide teniendo en cuenta tres factores:
- Riqueza de la diversidad de especies presentes.
- Abundancia de cada especie.
- Relación entre especies beneficiosas y potencialmente perjudiciales.
¿De qué depende la ‘salud’ de nuestra microbiota intestinal?
La salud de nuestra microbiota intestinal depende de varios factores, como el lugar donde vivimos, nuestra alimentación y nuestro estilo de vida. También el tipo de parto y la lactancia materna afectan nuestra microbiota intestinal. De hecho, el parto natural y la lactancia materna representan momentos importantes para el desarrollo de un microbiota intestinal saludable y rica en el recién nacido. Esto tiene implicaciones que pueden durar toda la vida.
Nuestra dieta puede influir significativamente en la microbiota intestinal. Una dieta rica en
- frutas,
- verduras y
- fibras, como la dieta mediterránea,
está asociada a una microbiota variada y saludable, con efectos antiinflamatorios. Por el contrario, las dietas ricas en
- alimentos industriales y procesados,
- azúcares simples y
- grasas saturadas
están asociadas al desarrollo de una microbiota intestinal pro inflamatorio. Esto es responsable del desarrollo de enfermedades crónicas.
¿Cuánto varía?
La microbiota intestinal humana está compuesta por un conjunto de más de mil billones de bacterias (pertenecientes a 500-1,000 especies diferentes). Varía en su composición de una población a otra, de un individuo a otro dentro de la misma población, e incluso en el mismo individuo en diversas etapas de la vida e incluso a lo largo del día.
De hecho, la microbiota intestinal puede cambiar transitoriamente alrededor del 60% de su composición en el transcurso de un solo día. El restante 40% tiende a permanecer estable en la parte central de la vida. Pero es inestable durante la infancia (cuando el proceso de maduración está en curso) y en la vejez. Por esta razón, estas franjas de edad se consideran «frágiles» y más expuestas a riesgos. La parte estable de la microbiota intestinal se caracteriza por ocupar espacios exclusivos (nichos) y utilizar prioritariamente los nutrientes disponibles. La parte variable, más sensible a las variaciones ambientales y dietéticas, compite con la parte estable por la colonización del tracto digestivo. Esta competencia no favorece a los microorganismos introducidos más recientemente, que no logran colonizar de manera estable el tracto digestivo. Esta es la razón por la cual, a menudo, la suplementación con probióticos no logra los efectos esperados.
¿Cómo está compuesta la componente bacteriana de nuestra microbiota intestinal?
Las bacterias se clasifican a partir de amplios grupos llamados Phyla (Phylum en singular). Estos se dividen en grupos cada vez más pequeños, en los cuales se agrupan bacterias con características cada vez más similares.
El esquema de clasificación es: phylum, clase, orden, familia, género, especie.
La mayoría de las bacterias de nuestra microbiota intestinal pertenecen a 6 Phyla: Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria, Proteobacteria, Fusobacteria y Verrucomicrobia.
Firmicutes y Bacteroidetes representan el 90% de la microbiota intestinal. Los primeros incluyen más de 200 géneros diferentes, como Lactobacillus, Bacillus, Clostridium, Enterococcus y Ruminicoccus. Los Bacteroidetes intestinales, por otro lado, pertenecen principalmente a dos géneros: Bacteroides y Prevotella.
Actinobacteria son menos abundantes y están representados principalmente por el género Bifidobacterium.
Las especies más comunes pertenecen a tres géneros: Bacteroides, Prevotella y Ruminococcus. La prevalencia de uno de ellos define tres ‘tipos’ de microbiota intestinal llamados enterotipos.
- Enterotipo 1: prevalencia de Bacteroides
- Enterotipo 2: prevalencia de Prevotella
- Enterotipo 3: prevalencia de Ruminococcus
Un enterotipo es una asociación funcional de diversas especies bacterianas. Cada enterotipo no es una identidad bien definida, sin embargo, permanece estable en la edad adulta y puede restaurarse si se modifica. El enterotipo de la microbiota intestinal influye en nuestro metabolismo. Por ejemplo, los Bacteroides producen más vitamina C, B2 (riboflavina), B5 (ácido pantoténico) y H (biotina). Los Prevotella producen más vitamina B1 (tiamina) y ácido fólico.
Los enterotipos están fuertemente influenciados por factores ambientales y, sobre todo, por nuestra dieta.
Autora: Dra. Ilaria Maria Saracino
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